domingo, 21 de noviembre de 2010

Otaku Wife

Bienvenidos a una columna sobre "estilo de vida".

Me imagino esta situación reflejada en un programa de algún canal como "Home & Health" u otro de aquellos destinados a mujeres (lamento la generalización, pero si tienes programas que tratan sobre el proceso de compra de un vestido de novia, pues es un canal para mujeres, lo siento).

No sé realmente si alguno de los lectores vive con su esposa o novia, pero yo si, y si bien no llego a los niveles de fanatismo del personaje acá descrito, debo reconocer que me reí mucho con esto la primera vez que lo leí.

Si más preambulos, he aquí las desventuras de una esposa de otaku en Japón. Cualquier coincidencia con la vida real...


Para una vida menos ordinaria, intente casarse con un otaku.
Por SHOJI KAORI

Las campanas de boda sonaron para mi amiga Yoshika hace seis meses, y anoche un grupo de nosotras nos juntamos a tomar algunos tragos y a escuchar todo al respecto – su nueva vida como una genuina y completa ota-yome (esposa de un otaku o “nerd”).

Por supuesto que la vida de una ota-yome no es fácil. La visión de Yoshika al respecto es ésta: sugoku henna kotoga oi (hay muchas cosas muy extrañas). Y debería hacerse notar que Yoshika se metió en esto con los ojos bien abiertos, ya que ella misma era una puchi-otaku (pequeña otaku), para empezar. Había declarado públicamente que amaba más a su i-Book que a su prometido, había visto Eba (Evangelion, la película de anime otaku definitiva, dirigida por el rey otaku Hideaki Anno) tres veces, era una fan devota de Studio Ghibli, y había asistido una vez a una kasoo pati (fiesta de disfraces) vestida como Nausicaa. Aún así, no estaba del todo preparada para la embestida de conducta otaku desatada que definió la vida de recién casados de la pareja.

Su marido: un inteligente y gentil gijutsu-kei sarariman (ingeniero en computación corporativo) de treintaitantos, es un ferviente coleccionista de figya (figuras) de varias series animadas y héroes de acción, con un propensión especial hacia Star Wars y Gundam. Se sabía siete de las más clásicas ani-son (canciones de series de animación) de memoria, y le gustaba cantarlas a todo pulmón mientras conducía. Nunca dejó de levantarse a las 7:30 en Domingo para ver la repetición de un anime de culto de los 70’s en la TV, y consideró seriamente vestirse como Kamen Raidaa (Masked Rider) para su boda, hasta que su madre le rogó sollozando que no lo hiciera.

No hay para que decirlo, toda su vida privada fue dedicada al disfrute de placeres otaku y, típico del verdadero otaku, él creía inocente y firmemente que su novia compartiría tales goces. Para Yoshika, estos significó ciertas drásticas modificaciones en lo que había previsto para su shinkon seikatsu (vida de recién casados).

Habiendo vivido en su jikka (casa de sus padres) toda su vida, tenía muchos planes sobre la decoración de su hogar, y armada con números de Elle Deco, aspiraba a un ribingu (living) artístico y de buen gusto, en el cual el sofá rojo de Idee (el proveedor favorito, en lo que a muebles y decoración se refiere, del tokiota joven y profesional) dominaría silenciosamente pero con autoridad el ambiente. Pero el sofá se vio oscurecido por las filas y filas de figya alineadas en los estantes – Luke Skywalker, Gatchaman y Ultraman, parados como centinelas, miraban ceñudamente la mesa de centro.

Ya que la madre de Yoshika había pasado la mayor parte de su vida en la cocina, Yoshika había crecido jurando no cometer el mismo error, y había establecido como norma que, como pareja de casados, debían comer fuera juntos dos veces a la semana. No esperaba que, en el restaurant, la conversación de su marido consistiera principalmente de referencias a directores de anime de los 60’s poco conocidos; un tópico de interés sólo para otros otaku duros.

Por lo demás, su esposo adhiere a un estricta dieta otaku de cappu nudoru (fideos instantáneos), kan-inryou (bebidas en lata), plátanos, hamburguesas y onigiri (bolas de arroz). Y siendo un entusiasta fan de los shoku-gan (pequeños juguetes que vienen como regalos en las cajas de snacks), ha tomado la costumbre de comerse dos o tres de estos al día, y ha limpiado un estante completo para exhibir los premios. Dice Yoshika: "Ota-yome no michi wa ibarano michi” (El camino de la ota-yome es un camino de espinas).

En cualquier otro lugar del mundo, hombres de este tipo son esquivados como totalmente no-elegibles para relaciones de pareja o matrimonio (y la primera definición de un otaku es que no puede comunicarse con otros seres humanos, o prefiere no hacerlo) y de hecho, en Japón el otaku fue durante mucho tiempo considerado un rechazado social.

No es que les importara mucho. ¿Quién necesita una cita cuando Rei Ayanami te hace señas desde el DVD?

Pero, con el paso del tiempo, los otaku, una vez una especie menor y subterránea, aumentaron en número hasta casi convertirse en parte de lo mayoritario. Yoshika dice que su decisión de casarse tuvo mucho que ver con el hecho de que en el Japón moderno, es difícil encontrar un hombre que NO sea un otaku de una u otra manera. "Otakuga iyada nante yuttara kekkon dekinai shi, otaku wa uwaki shinai kara ne” (Si me hubiera rehusado a casarme con un otaku, no me habría podido casar, además, los otaku nunca te van a engañar con otra mujer).

The Japan Times: 21 de Abril, 2005
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4 comentarios:

  1. jojojoo.. me acorde cuando en las mañanas me quedaba en la casa pa ver Rayearth en ETC y llegaba tarde a las clases de la U.
    De todas formas.. pobrecita ella.

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  2. Llevado a esos extremos, por supuesto. Pero que sería de mi casa sin mi estante con figuras?

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  3. bueno, yo conoci gente asi aca en argentina. No creo que sean tan diferentes los otakus extranjeros de los nipones hoy en dia.

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