sábado, 27 de noviembre de 2010

Noboru Ishiguro: Memorias de Anime 02

Sigo con las traducciones. Como pueden ver, esa primera entrevista a Noboru Ishiguro publicada en la revista Animerica se convirtió, con el pasar de los números, en una columna de periodicidad indefinida.

En esta oportunidad, el señor Ishiguro nos cuenta como se las tuvo que arreglar para aprender animación, y la historia de sus primeros experimentos en este campo.

Recuerdo que cuando vi "Otaku No Video" me sorprendió sobremanera la descripción de fans haciendo animación en sus casas, pensando en esa época (cuando aún no tenía ni idea de la existencia de los cortos de Daicon ni de los detalles de la historia de Gainax) que era una exageración, una broma.

Pues bien, no solo los integrantes de Gainax efectivamente hicieron su propia animación, sino que uno de sus maestros (como ya se supo en la entrevista pasada) las pasó aun peor en su proceso de aprendizaje. Me admiro de la determinación que debieron tener para no sólo llevar adelante estas obras amateur, sino que además de la valentía para dedicarse a un campo tan poco tradicional, a pesar de todo.

Sin más preambulos, la segunda columna de Noboru Ishiguro.

Memorias de Anime, por Noboru Ishiguro
Publicado en la revista Animerica, vol. 4 nº 10, Octubre de 1996.

“La animación para televisión, de la manera en que empezó en Japón, probablemente se dispersará por el mundo de una forma distinta a los dibujos animados Disney.”

Esta fue la oración final que escribí hace treinta y dos años en mi tesis de graduación para mi grado en Cine en la Universidad de Japón.

La animación japonesa comenzó en 1963 con Tetsuwan Atom. Los dibujos animados para TV sólo tenían un año de vida en ese entonces, y una producción semanal sin precedentes como aquella producía ratings del 50%, a pesar del duro ambiente de producción que corría contra el tiempo. Los demás canales no se quedaron atrás y produjeron Tetsujin 28, Fujimaru The Wind, y 8-Man, pero no había suficientes animadores para suplir la demanda. Así que además era una feliz época en la que cualquier persona que pudiera dibujar podía convertirse en animador. En ese entonces, muchos dibujantes de manga hambrientos se estaban cambiando de carrera hacia la animación. De hecho, yo era uno de ellos.

Comencé a dibujar manga en la escuela secundaria. Me enfoqué en dibujar manga durante la universidad, e iba a clases en mi tiempo libre. Como todo el mundo, yo era un fan de las obras de Osamu Tezuka. Leía sus nuevas historias todos los meses (no habían revistas semanales de manga en ese entonces), e iba al cine. La paga por trabajar en manga era mucho mejor que la de la mayoría de los trabajos que podía encontrar un estudiante. Quizás esos fueron mis años más felices. Pero un frustrante aspecto del manga es que nunca tenía sonido.

En esa época descubrí que un amigo mío de la universidad, fanático de Disney, estaba haciendo animación en película de 8mm. Mi vida en la animación comenzó cuando me uní a su proyecto.

Pero no teníamos ningún conocimiento profesional sobre animación. Sabíamos que se debía colocar un dibujo en acetato sobre un dibujo de fondo y filmarlo cuadro a cuadro, pero ni siquiera sabíamos donde comprar láminas. Encontramos una tienda en Ginza que vendía estos materiales, pero sus precios eran prohibitivos para estudiantes. Necesitábamos dos mil láminas, pero nos conformamos con doscientas, y cortamos cada una en cuatro partes. Cada pieza de acetato quedó entonces del tamaño de una postal. Pero un problema aún más apremiante era donde encontrar la pintura adecuada. No la podíamos encontrar en ninguna parte.

Finalmente tuvimos que conformarnos con pintura de afiches, pero no había manera de que se pegara a la lámina. En ese momento descubrimos que la pintura se mantenía mejor en la lámina cuando uno le espolvoreaba talco para bebés.

Los colores blancuzcos se pegaban bien con esta técnica. Pero le añadías un poco de negro, y ya no era así. El negro puro era imposible, así que en vez de pintarlo, simplemente aplicábamos el color sobre el acetato y lo dejábamos secar ahí. Cuidadosamente, colocábamos la lámina bajo la cámara y la filmábamos. Pero no podíamos ser lo suficientemente cuidadosos, y un poco de pintura se movía. Cuando vimos la película terminada, el pelo del personaje se arrastraba hacia arriba.

Aún más humillante fue aprender a animar cosas. En esa época no había libros de texto sobre animación, o un mentor amable que pudiera enseñarnos. Había ocasiones en las que observábamos a la gente caminando en la ciudad todo el día para estudiar como caminaban los humanos. Tuve que observar con mis propios ojos como caminaban en cuatro patas perros y gatos, como se expandían las ondas al lanzar una piedra al agua, y como se movía la llama de una vela. Así que todas mis técnicas de animación son autodidactas.
Más adelante, por supuesto, cuando postulé a trabajar, estas técnicas me ayudaron mucho. 

Afortunadamente, o a lo mejor instintivamente, me había estado preparando para el advenimiento de la era de la animación. Mi cita de apertura es un ejemplo de dicho instinto. No es una conclusión producto de un profundo pensamiento o análisis. Sólo escribí lo que sentía. Yo mismo estoy sorprendido de cómo se ha vuelto realidad.

En esos días, no me importaba si una película era de imagen real o de animación. Era feliz si la imagen era acompañada de sonido. Aún hoy, no hago distinciones intencionales entre animación o imagen real. En ese entonces, estaba listo para convertirme en parte de lo que iba a transformarse en una nueva tendencia.

Hoy, treinta años después, me siento un poco perdido dentro del surgimiento de los computadores. Estoy seguro que los jóvenes creadores que están preparados para esta nueva ola están creando caminos, mientras el público en general aún está excitado con la multimedia y sus contenidos. Estoy seguro de que estos jóvenes serán los pioneros de un nuevo tipo de medios en los próximos años. Sólo espero que no sólo beneficien a la audiencia, sino también a los creadores.

3 comentarios:

  1. Gracias Terebi esto se pone cada vez mas interesante!! :)

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  2. Cuesta creer que hayan tenido esa dificultad para crear animación, pues no había pasado mucho tiempo de todo el cambio social y económico que vivía el Japón post 2da Guerra Mundial. No fue un proceso natural, sino que fue forzado por EEUU y de ahí que el aporte de la tecnólogia gringa debería haber impregnado el desarrollo de la industria filmica japonesa. ¿Qué opinas?

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  3. Una cosa es la industria fílmica, que efectivamente tuvo mucho auge (los estudios Toho, Nikkatsu, etc.)... sin ir más allá Eiji Tsuburaya estaba haciendo efectos especiales superiores a los de cualquier parte del mundo en esa época.

    El tema es que la animación americana ya tenía casi medio siglo de desarrollo, mientras que la japonesa (como industria formal, lucrativa) "explota" con Astro Boy.

    Hay miles de cartoons de Looney Tunes, Disney, etc. pre-1950. Cuantas obras de anime pre-1950 hay? No las suficientes como para hablar de industria, creo yo.

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